Aún a día de hoy, el comercio ilegal de especies naturales está altamente valorado y es prueba de que el apetito humano es insaciable. Este problema lleva a miles de especies a su extinción, además de propagar enfermedades y afectar negativamente a la economía de los países de origen. La clave para interrumpir este tráfico reside en conocer las rutas comerciales ya que, a menudo, la aplicación de la ley es solo reactiva. Actualmente, la situación de las tortugas marinas es crítica. En Centroamérica, únicamente el 10% de los huevos llegan a eclosionar, mientras que el 90% restante es traficado de forma ilegal para el consumo humano. Es por esta razón que se creó el InvestEGGator.

Desarrollado por un grupo de investigación en la Universidad de Kent, en Reino Unido, este proyecto consiste en la integración de un rastreador GPS en una cáscara de huevo impresa en 3D. Del tamaño de una pelota de ping pong, estos huevos son extremadamente realistas, ya que tienen un exterior gomoso y blando. Lo interesante del proyecto, además del objetivo solidario de parar este delito, es la utilización de la fabricación aditiva como método de creación de los huevos.

¿Cómo se creó el InvestEGGator?

Con el fin de paliar el problema y evitar, en este caso, la extinción de las especies marinas, nace este proyecto, que consiste en un señuelo para evitar el comercio ilegal de animales. El material utilizado para los dispositivos fue el filamento flexible TPU. Este termoplástico ofrece una gran flexibilidad muy adecuada a la textura que se pretende conseguir en el desarrollo de los huevos de tortugas. Para ello, también utilizaron la impresora 3D LulzBot Mini, una solución de escritorio que cuenta con un alto rendimiento para las piezas. Así se fabricaron los modelos de huevos, que integran las hendiduras de los huevos reales. La única diferencia reside en el GPS integrado en el interior. Además, los prototipos resultan ser completamente inofensivos para los huevos de tortuga reales con los que se mezclaron.

Para ver si funcionaban bien en la práctica, Helen Pheasey, una de las autoras del proyecto, y sus colaboradores, colocaron los señuelos impresos en 3D en 101 nidos de tortugas en cuatro playas de Costa Rica. Pheasey comenta: “Demostramos que era posible rastrear los huevos extraídos ilegalmente desde la playa hasta el consumidor final, como lo muestra nuestro recorrido más largo, que identificó toda la cadena comercial que cubre 137 kilómetros”. Sin duda la iniciativa es todo un éxito y, de hecho, ya han conseguido identificar y capturar a varios traficantes de en Costa Rica. Si te interesa el tema, podés encontrar mas info en este link